sábado, 12 de julio de 2014

La palabra "Guerra" ya hace daño por sí sola.

La guerra la origina el odio al hermano. El odio a lo diferente. La avaricia sin límites de la humanidad. La originan líderes miserables con ideales rancios de nacionalismo, religiones varias, ideas corruptas de superioridad entre diferentes individuos de una misma especie, avaricia por querer ser "dueño" de riquezas en según que terruños. Ningún miserable debería ser jamás alabado. Ninguna guerra debería ser jamás alabada, aplaudida, necesitada.

Lo único que necesita el mundo humano es comprensión, abrir la mente, entender que la paz no sólo es el único camino para vivir con los demás, si no con uno mismo.

Ya no es cuestión de "razas", de religiones o de territorios, se trata de observar cómo el ser humano se ha dejado llevar por ideas tan estúpidas como creer que el color de la piel diferencia por estatus, por creer que un trozo de tierra pertenece a alguien y hay que defenderlo de quién "no es de allí", puesto que los intereses de los que originan la guerra, además de esas estúpidas creencias, son totalmente desconocidas para la gran mayoría de aquellso que promueven el odio, impulsados por la influencia contaminada de los que necesitan ejércitos de ignorantes.

Y se trata de ser el cambio, de no dejarse llevar por el odio, ese odio visceral que crece de la nada para convertirse en el principal motor que destroza vidas cómo si de trozos de papel se tratasen. Se trata de Pensar.

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